La sabiduría de los delincuentes
Picasso es el artista más apreciado por la mafia, los narcotraficantes y los terroristas
Es sabido que en muchos museos –y en colecciones particulares– hay pinturas de grandes maestros que en realidad no son de esos grandes maestros sino falsificadas, y que cuelan como originales porque ni los expertos las detectan. Dos noticias de esta semana complementan esa certeza. La primera explica que la National Gallery de Londres prepara, para el 2012, una exposición sobre falsificaciones y errores de atribución de autorías que ahora se descubren gracias a los adelantos tecnológicos. La National ha desarrollado una cámara de rayos infrarrojos, con microscopía electrónica, espectrometría de masas y no sé cuántas cosas más, con un sensor que permite estudiar los detalles de los cuadros con una precisión desconocida hasta ahora y que consigue saber qué pigmentos utilizó el artista para, de esa forma, corroborar o desmentir la fecha del cuadro y su autor. La segunda noticia es que Picasso es el artista más falsificado y más apreciado por la mafia, los narcotraficantes y los terroristas. Lo afirmó hace un par de días un experto en delitos y obras de arte, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Efe recoge sus declaraciones, en las que explica que "robar y falsificar picassos se puso de moda a principios de los sesenta y que el interés de los mafiosos por él surgió al ver, en las noticias de la tele, que era el más cotizado en las subastas". Su interés por el malagueño –pongo malagueño para no repetirPicasso– subió al máximo en 1976, cuando llegaron a robar 180 cuadros suyos.
Pero habría que tener también en cuenta que, en 1974 (dos años antes de ese 1976), Picasso fue uno de los protagonistas de F for fake, una espléndida película de Orson Welles, entre el documental y la ficción, un tremendo interrogante sobre las certezas, la originalidad y el fraude, con Elmyr de Hory explicando su carrera como falsificador de cuadros. En aquel momento, la película cosechó algunas críticas buenas pero muchísimas malas. Con aire suficiente, acusaban a Welles de estar acabado, sin darse cuenta de que F for fake era –y es– una obra rompedora. Ese tipo de críticas desdeñosas, facilonas y sin pruebas ponen en evidencia a quienes las hacen. Ya que hablamos de Picasso, hay que recordar que también a él lo menospreciaba buena parte de la crítica en el momento culminante de su carrera. En los años treinta, el americano Thomas Craven repetía que Picasso era un pintor en decadencia. Escribió: "El prestigio de Picasso empalidece con rapidez y los paladines de su renombre tienen perdida la batalla para situarlo entre los inmortales". Más conciso y francés, otro crítico, Germain Bazin, certificó: "Picasso pertenece ya al pasado". Y, así, un montón. Fue en los años treinta, poco antes de que pintase su deslumbrante Gernika. Como se ve, mafiosos y delincuentes hacen caso omiso de la crítica, lo cual dice mucho a su favor.